La discusión científica
empezó cuando el físico holandés Christian
Huygens en 1680 quiso
demostrar que la luz se
transmitía en ondas,
posteriormente, en 1704,
Isaac Newton lo refutó
defendiendo la tesis de
que la luz viajaba en
partículas y no en ondas
como había dicho Huygens.
Un siglo
después, el físico Thomas Young postuló
de nuevo que la luz se propagaba en
ondas y lo demostró proponiendo el
famoso experimento de
doble ranura.
Experimento con el cuál quedó abierta
una nueva pregunta, ¿qué rol desempeña
el observador humano en la realidad? Si
el experimentador podía influir en los
resultados obtenidos, haciendo que la
luz se comportase como una partícula o
como una onda en función de lo que
quisiese demostrar, es que existe una
interacción entre la conciencia del
observador y la luz (y la realidad).
Por otro lado, los trabajos llevados a
cabo por el
Dr. Masaru Emoto sobre la
cristalización del agua son también
prueba empírica de que existe una
interacción entre la conciencia y la
materia. Según Emoto, cuando una
molécula de agua pura cristaliza, el
agua se convierte en cristal puro, pero
no lo hace de la misma manera si el agua
está contaminada.
Emoto ha hecho estudios sobre cómo las
diferentes músicas, intenciones,
pensamientos estructuran las moléculas
de agua cristalizándose en hermosas
estructuras hexagonales o sin formas.
Tras iniciar experimentos sobre cómo el
agua cristalizaba al recibir la
vibración de diferentes músicas,
probaron por experimentar cómo respondía
el agua a las palabras y las
intenciones. Emoto relata lo siguiente:
“este experimento implicaba la
colocación de arroz en dos recipientes
idénticos de vidrio. Posteriormente, la
persona hacía esto durante un mes. Dos
niños de una escuela primaria le
hablaron al arroz todos los días durante
un mes al regresar del colegio. Como
resultado de ello, el arrozal que le
decían gracias estaba casi fermentado y
había adquirido un agradable y suave
aroma, mientras que el arroz al que le
decían “estúpido” se había oscurecido y
echado a perder. Dijeron que el olor era
repugnante más allá de cualquier
descripción”.
Para realizar este experimento de forma
oficial, resolvieron el problema de la
subjetividad utilizando el lenguaje
escrito. Decidieron no utilizar palabras
manuscritas, sino palabras que hubiesen
sido escritas por un procesador de
texto. Pegaron una etiqueta en cada
recipiente; en una decía “Gracias” y en
la otra “Estupido”. Los dejaron reposar
durante una noche. Al día siguiente
congelaron el agua y tomaron la
fotografía de los cristales que se
habían formado. Las dos muestras
presentaban notorias diferencias en la
cristalización.
A raíz de los impresionantes
experimentos de Emoto con el agua y de
los descubrimientos de la física
cuántica, me decidí personalmente a
comprobar lo que estaba leyendo, así que
me puse manos a la obra. Quise
reproducir el experimento del arroz y
los niños. Quise comprobar por mí mismo
si la conciencia podía interaccionar con
la materia y una manera de hacerlo era a
través de este sencillo experimento.
A esta serie de experimentos los he
llamado Experimentos de PsicoCuántica,
dado que interacciona la “Psique” (la
conciencia) y “Cuántica” porque
probablemente sea esta disciplina la que
tenga el marco teórico adecuado para
acercarse a explicar de forma científica
estos hechos. He llamado “Patrón de
conciencia” (PC) a la frase o palabra
que se proyecta con la conciencia sobre
la materia que se quiere influir. |