Tenía 42 años y sufrió un infarto
en el autobús. Llegó a mi hospital en coma, ya
azul, sin pulso ni respiración. Lo intubamos. La
enfermera tuvo que quitarle la prótesis dental
para conectarle el tubo...
-¿Y murió?
- Clínicamente estaba muerto.
Pero al cabo de hora y media su corazón volvió a
latir débilmente. Después de una semana abrió
los ojos y la primera persona que vio fue
aquella enfermera que le había intubado cuando
él estaba en coma...
-¿Y...?
-Fue la enfermera la que casi sufre un ataque
entonces, porque el paciente que ella había
visto muerto la saludó y le dio las gracias por
haberle intubado con mimo. Y le preguntó dónde
había puesto su prótesis dental...
-No es la primera vez que se
explican estas experiencias: túneles, luces,
cosas así...
-Es la primera vez que la prestigiosa "The
Lancet" publica un estudio como el mío, que
desafía nuestro concepto de conciencia.
-Cuénteme.
-Es el primer estudio prospectivo, no
retrospectivo; es decir, no explicamos
experiencias después de la muerte (EDM), ya
suficientemente documentadas, sino que apuntamos
las causas que las producen.
-Pues explique, explique.
-Estudiamos 344 casos de
pacientes que habían sufrido un ataque cardiaco
y estaban clínicamente muertos. Sólo 62 de ellos
(el 18 por ciento) había experimentado una EDM.
-No son muchos.
-Precisamente por eso, no
aceptamos la explicación meramente fisiológica
de esas EDM. Como sabe, hay tres explicaciones
médicas hoy aceptadas para justificar las EDM.
-No lo sabía, pero me estoy enterando.
-Pues sí. La primera es
fisiológica: la anoxia (falta de oxígeno) en el
cerebro daría lugar a alucinaciones, luces
blancas y demás.
-Resplandor blanco al final del
túnel...
-Sí. Luego hay otra teoría, la
psicológica, que sostiene que esas EDM son fruto
del miedo a la muerte. Y luego una tercera
teoría afirma que las EDM son consecuencia de la
mezcla de anoxia y el miedo a la muerte.
-¿Y usted qué cree?
-Yo he demostrado que no puede
ser la anoxia, pues todos los pacientes la
padecen y, por tanto, todos tendrían también que
experimentar una EDM. En cambio, sólo el 18 por
ciento tiene una EDM. Tampoco acepto la teoría
psicológica, porque los 344 pacientes que
entrevisté no tienen conciencia de haber sufrido
ese miedo a la muerte.
-¿Y son sinceros siempre?
-Sus recuerdos son precisos,
claros y muchas veces comprobables, como el de
la prótesis que le explicaba antes. Vamos,
hombre: no cuestione mi estudio. ¿Por qué no
cuestiona conmigo nuestra idea de conciencia?
-Estoy dispuesto.
-Muchos médicos, cuando oyen
estas historias de sus pacientes, prefieren
atribuirlas a alucinaciones, al trauma, a lo que
sea, porque esas experiencias cuestionan su
concepto de conciencia y de muerte.
-¿Y usted?
-Yo ya no puedo aceptarlo tras
mis 31 años de cardiólogo y haber visto morir a
cientos de pacientes y "resucitar" a decenas de
ellos. La medicina oficial considera que la
conciencia es un producto del cerebro y por lo
tanto desaparece cuando desaparecen las
funciones cerebrales.
-Eso tiene su lógica...
-¡Pero la realidad y mi
experiencia lo desmienten! Estos enfermos con
sus EDM demuestran que hay conciencia después de
la muerte y la tenían cuando ya estaban
clínicamente muertos y sus funciones cerebrales
eran inexistentes. Su percepción estaba encima
de su cuerpo y fuera de él. ¡Y tuvieron
experiencias ultrasensoriales comprobadas!
-¿Y usted qué piensa?
-Me interesa el concepto de
conciencia como retransmisor de ondas, una
especie de televisión que repite ondas que
llegan de otro sitio. Así que, aunque el cerebro
deje de funcionar, la conciencia sigue
retransmitiendo.
-Interesante.
-Y me intriga ver cómo las experiencias después
de la muerte cambian la vida de mis pacientes.
¿Sabe que el 70 por ciento de los regresados se
divorciaron poco después?
-¿Por qué?
-Porque eran otras personas y su
nueva personalidad no casaba con su antigua
pareja. Cuando regresan de la muerte, los
pacientes con una EDM ya son otras personas.
-¿Por qué?
-Han perdido el miedo a la
muerte, pues han estado allí y saben que no pasa
nada, que de algún modo siguen estando en alguna
parte. Y eso les cambia su manera de vivir.
-Pero no son ellos ya...
-¡Por ahí va usted bien! Ahora
siga pensando conmigo...
-Lo intentaré.
-¿Cómo es posible que cambiemos
nuestro cuerpo hasta la última célula unas 50
veces en 80 años -si es que llegamos a vivirlos-
y sigamos siendo nosotros?
-¿Somos nosotros?
-Siga haciéndose preguntas. ¿Está
la conciencia ligada a nuestro yo o puede ir más
allá? Está claro que puede ir más allá de la
muerte. Lo hemos demostrado.
-Pero los que vuelven no son ellos...
-Siga pensando.
- Doctor, no sé si yo quiero ir
más allá.
-Ese es el problema de muchos
humanos y, no crea, también de muchos médicos.
-¿Y usted?
-A mí, trabajar en este estudio
me ha cambiado la vida porque, si no temes la
muerte, cambias tu vida.
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