"Soy un
observador de la
niebla", se
autodefine el
doctor Almendro:
"Construyo
puentes entre lo
decible
(material) y lo
indecible
(espiritual),
busco resquicios
y tiendo
escaleras". Dice
el doctor
Almendro (obras
en las
editoriales
Kairós y La
Llave) que cada
día se dan más
crisis
psíquicas:
catalogadas como
patologías,
Almendro las ve
como grietas que
se abren hacia
la conciencia,
vías de sanación
de una vida
absurda. Desde
tal perspectiva
aborda la
psicología
transpersonal
estas rampantes
crisis, que
sostiene que son
oportunidades al
conocimiento
verdadero, a
otro encaje en
el mundo. Por
eso diagnostica
el doctor
Almendro (www.oxigeme.com)
que "el caos se
avecina" para
generar otro
paradigma: igual
que hay cambio
climático en la
biosfera, así lo
hay en la
psicoesfera.
- ¿Qué
es la psicología
transpersonal?
- La que
entiende que la
psique traspasa
al individuo,
que no está
constreñida a la
personalidad
individual, al
yo, al ego
personal.
- ¿Tengo vida
psíquica más
allá de mi
psique personal?
Cuesta de
aceptar.
- A Jung también
le costó
aceptarlo,
aunque al final
lo hizo: "En la
medida en que la
psique tiene un
aspecto no
espacial, puede
haber psique
fuera del
cuerpo",
escribió.
- ¿Una psique
impersonal,
pues?
- Transpersonal:
la psique
traspasa el ego.
Abraham Maslow
ya señaló que la
psicología
transpersonal se
centra y
focaliza en el
cosmos, no en el
ego encapsulado.
- ¿Quién fue
el primero en
sostener esto?
- Un viejo texto
alquímico ya
apuntaba: "El
alma sólo está
confinada al
cuerpo
parcialmente, al
igual que Dios
está sólo
parcialmente
confinado al
cuerpo de
mundo".
- Ah.
¿Estamos
hablando de
psicología... o
de otra cosa
distinta?
- De
psicología...
transpersonal.
- ¿Qué
relación existe
entre mi psique
personal y la
transpersonal?
- Estamos en un
terreno
misterioso y
fascinante,
contemplado en
la teoría del
caos, de los
fractales y los
hologramas:
¡cada parte del
conjunto
contiene el
conjunto entero!
- ¿Y qué dice
de esto la
psicología
clásica?
- No lo
contempla.
- Pero si mi
psique palpita
más allá de
mí..., ¿qué soy
yo?
- Ésa es una
pregunta
palanca: ¡no
deberíamos dejar
de formulárnosla
jamás! Y, más
que para
respondérnosla,
se trata de no
dejar de
hacérsela, de
vivir en ella...
- Pero sé
algo seguro: soy
un cuerpo.
- Eres cuerpo, y
emociones, y
mente... y
conciencia.
- ¿La
conciencia es un
precipitado
mental?
- La conciencia
está más allá de
la mente: conoce
sin el discurrir
de la mente. Y
podemos
ejercitarnos
para ir
haciéndonos más
y más sensibles
a la conciencia.
- ¿Cómo?
- Partamos del
cuerpo,
lleguemos a la
emoción, subamos
a la mente... y
detengámosla.
- ¿Por qué?
- Porque la
mente está
adaptada para la
supervivencia
cotidiana, y
para eso es muy
útil. Pero te
distrae de la
conciencia. Si
aprendes a
detener su
actividad a
voluntad,
modificarás tu
percepción:
aflorará la
conciencia.
- ¿Y qué
ganaré, en tal
caso?
- Una vivencia
curativa,
terapéutica. Ya
estamos usándola
como
psicoterapia: te
ayuda a ver más
allá de tu
obviedad
material.
- ¿Y qué es
lo que se ve?
- La realidad
integral. Porque
en nuestro
estado ordinario
tememos a la
vida interior...
y por eso nos
volcamos en la
vida exterior,
en los objetos.
¿Y es eso la
realidad? ¡No!
Hemos llegado al
extremo de
convertirnos en
"materia
mecánica
rentable" y nada
más: ¡el hombre
es ya sólo un
producto de
supermercado
para el
hombre...!
- ¿Estamos
apartados de la
conciencia?
- Sí, y quizá
por ello estamos
de parto: veo
cada día más
casos de "crisis
emergente".
- ¿Qué es
eso?
- Así llamo a un
estado de
crisis, de
desasosiego, de
caos personal,
de sentirte
roto. Me llega
cada día más
gente así a la
consulta...
- ¿Y qué les
ocurre?
- Expresan un
desencaje entre
esa "vida
mecánica" que
nos han
convencido de
que es la
buena... y
atisbos de
conciencia.
- ¿Qué tipo
de atisbos?
- Pueden
manifestarse
como una
alucinación, una
vivencia
inexplicable...
Y esas personas
me vienen a ver
aterrorizadas,
¡temiendo estar
volviéndose
locas!
- ¿Y no?
- ¡No!
- ¿Y qué hace
usted?
- Si te hacen
creer que ante
ciertas
vivencias no
ordinarias estás
volviéndote
loco...,
¡acabarás loco!
Así que, como le
dije el otro día
a un paciente:
"No sólo no
estás loco, sino
que estás
excesivamente
cuerdo".
- ¿Y le
sirvió eso de
algo?
- Le serenó.
- ¿No debemos
temer a la
locura, doctor?
- Sólo debemos
temer al miedo.
El miedo nos
destruye. Mire,
deberíamos
entender que el
mundo cotidiano
no es más que
una
alucinación...
conveniente.
Pero
alucinación, al
cabo. La
alucinación en
la que vives.
- Es una
forma de
verlo...
- Es que no hay
más que eso:
formas de ver.
Soportamos el
rozamiento del
mundo gracias a
que llegamos
aquí con una
coraza, la
coraza de
nuestra
psicogenealogía.
Y la mayoría de
las personas
muere con esa
coraza puesta.
Pero a otras
comienza a
apretarles hasta
la asfixia... y
necesitan
romperla,
mudarla por otra
más flexible.
- Ah, he ahí
su "crisis
emergente", ¿no?
- Ajá. También
se le llama
"enfermedad".
Bueno, pues si
se trata de una
patología, digo
que es una
"patología
iniciática".
- ¿Iniciática
en qué sentido?
- Para la
psicología
transpersonal,
todo obstáculo
es palanca. ¡Es
la ciencia que
permite
transformar el
sufrimiento en
dicha!
- Vaya,
¡menuda piedra
filosofal...!
- La ciencia
convencional
sostiene que el
gen, la hormona,
la neuroquímica,
es causa de tal
o cual
alteración. ¿Sí?
Es causa... ¿o
es efecto? ¿Y
si..., y si en
verdad la
conciencia
pudiese alterar
lo bioquímico?
- ¿Puede?
- Desarrollo
ahora un
protocolo de
investigación
con
anatomopatólogos
para testar
nuestra
capacidad de
acceder a
nuestra farmacia
interior. Éste
es el reto
último de la
ciencia:
habérselas con
lo inmaterial.